Contenido de las casillas
Casilla 1: Llega a Buenos Aires proveniente de Bruselas siendo un niño de cuatro años, que sólo habla francés y apenas ensaya algunas palabras mal pronunciadas en español. Sus compañeros de escuela se burlan de él, su padre lo abandona para siempre, su cuerpo crece de manera desproporcionada, sus huesos son débiles y se parten con facilidad al caer de una bicicleta. Entonces, se encierra en el armario de su cuarto, en total oscuridad y comienza a escuchar los sonidos de esas otras dimensiones que después las conocimos sus lectores por él. Cortázar inaugura así en la literatura hispanoamericana un género fantástico distinto al de Felisberto Hernández y al de Borges: es lo sobrenatural dentro de lo natural, lo fantástico siempre está en la realidad si sabemos mirar y oír de una manera diferente.
Casilla 2: El tímido maestro de escuela primaria. Se sonroja por todo. Se empieza a cansar de sus fantasmas y decide leerse toda la cultura occidental. En menos de dos años lee y traduce a sus escritores favoritos en lengua inglesa. Son años de lector compulsivo que le dan la sólida cultura que conoceremos luego por sus ensayos críticos y, sobre todo, por la futura erudición de Oliveira.
Casilla 3: En una tarde de sol, caminando por la calle Corrientes de Buenos Aires, se encuentra con dos pasiones simultáneas que terminan siendo una sola: la música del Jazz y el amor desenfrenado de Aurora Bernardez. Descubre que el ritmo lo es todo. Sólo la música penetra la máscara de las palabras, las sombras chinescas de los conceptos, el frío muro racional del pensamiento cartesiano. Una sola fuga de Bach derrumba el monstruoso edificio arquitectónico de las categorías de Kant. De ahí ese personaje enigmático del Perseguidor, que al poseer el don del ritmo de las otras dimensiones, es capaz de penetrar lo sagrado por medio de su saxofón.
Casilla 4: Un puente de París en una noche de lluvia. Cortázar mira el agua del río Sena y siente un profundo deseo de tirarse y de morir ahogado. No sería el primero ni el último. Se ha desencantado del mundo, está solo al igual que el universo en donde vive. Estas son las tierras arrasadas por el olvido de un Dios ausente. No es que se le haya extraviado el sentido de la vida, porque uno nunca pierde aquello que jamás ha tenido. Simplemente toca fondo. Morir en París, puede ser mejor que seguir viviendo en el infierno mental de su angustia.
Sin embargo, cuando decide quitarse el abrigo y regalárselo a un Clochard, para que no se desperdicie en el fondo del río, le surge la idea de su novela, su Rayuela, Oliveira, la Maga, Rocamadur, los miembros del Club de la Serpiente, Morelli, la utopía de la novela total, o sea, de la antinovela, escribir una novela que mate la literatura pomposa y seria. Jugar a decirlo todo desde el principio, con otros lenguajes de los que, al igual que el poeta Hofmannsthal, él tampoco conocía ni una sola palabra. Rayuela nace esa misma noche en la que el hombre Cortázar renunció a encontrarle a su existencia una certeza metafísica. Por eso, la auténtica literatura es asunto de descreídos y nunca de militantes.
Casilla 5: Cortázar es los otros: cada uno de sus personajes es un pasadizo oculto de su inconsciente que se muestra a la luz del mundo. La Maga es el arquero Zen: el descubrimiento del budismo, la ilusión del yo, la vacuidad, el lenguaje del silencio, el rechazo a la dialéctica, el zambullirse en la vida misma sin los flotadores existenciales de los prejuicios o de las esperanzas.
Oliveira es el flaneur en las calles del París de Baudelaire, el "matador de brújulas" que sabe que la ciudad luz es una metáfora de su propia angustia: Cada esquina, cada barrio, cada avenida es el mapa incompleto del sentido oculto de su propia vida. Oliveira es Cortázar antes de renunciar a la ilusión de las certezas metafísicas, un ateo que mientras niega la existencia de un Dios, se arrodilla a pedir perdón por lo que no comprende.
Casilla 6: Le llega a Cortázar la fama literaria universal. Incluso, mientras todavía cree que: "No me hago la ilusión de que podré lograr algo trascendental".
Casilla 7: Cortázar sigue creciendo. Pero esto no es una metáfora sino un signo de reactivación de su antigua enfermedad: la acromegalia. A su vida y a su obra las impregna la nostalgia, esa nostalgia del tiempo perdido que había descrito enRayuela, cuando le hizo decir a Oliveira que: "Después de los cuarenta años la verdadera cara la tenemos en la nuca, mirando desesperadamente para atrás".
Casilla 8: Julio y su novia Carol se contaminan por una transfusión de sangre a comienzos de los años ochenta. A los cuatro años ambos estaban muertos.
Casilla 9: Cada vez que leemos a Cortázar sabemos de su inmortalidad y recordamos sus palabras: "Cuando se ha salido de la infancia... se olvida que para llegar al cielo se necesitan, como ingredientes, una piedrita y la punta de un zapato".
Casilla 10: Esta casilla es el cielo. Pero como dijo muy bien Wittgenstein: "De lo que no se puede hablar es mejor guardar silencio
Extracto de: Elogio de la profundidad por Orlando Mejía-Rivera
Fuente: Revista ALEPH Febrero 2007
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