Bocetos ... pensamientos...palabras.
Por la mañana la rutina no me dejó ver lo que había pensado, pero ahora, sola en mi habitación, comienzo a darme cuenta.
Hay risas en el salón, pero no puedo ni quiero unirme a ellas.
Leo algún libro, escucho música...
Sé que estoy triste, lo noto en mis ojos, lo puedo sentir en el nudo que se forma en mi garganta, pero no voy a llorar, no pienso llorar.
A veces me gustaría estar sola para siempre, caminar sin rumbo para siempre y no hablar con nadie para siempre.
A veces el mundo se vuelve tan grande que el miedo viene a dormir conmigo y yo ya no lo quiero, ni siquiera él es buena compañía.
Susurro cosas a mi oído, hago muecas a mi rostro y sé que estoy triste, pero no voy a llorar, no quiero llorar.
Se me ocurre que la vida es de cada uno, se me ocurre que tiene que hacer frío allá afuera, está lloviendo.
Enciendo un cigarro y echo un vistazo al cenicero...
Sueño grandes motivaciones que ya no existen, imagino intensas conversaciones que solo tengo conmigo y me digo que no importa, que lo real tal vez no lo sea.
Ahora mi mundo es más amplio, ahora imagino y sueño sin preguntar si puedo hacerlo, ahora simplemente lo hago.
Las lágrimas ya están aquí, en las cuencas de mis ojos se empeñan en hacerme compañía y poco a poco descienden por mi rostro a pesar de mi disconformidad porque lo hagan.
Cuando ha pasado un rato, encuentro que las lágrimas son buena compañía en soledad, que te hacen sentir terriblemente bien, soberanamente vulnerable.
Me gusta, su compañía me gusta y creo que me la quedaré, si, creo que lo haré.
Siempre que necesite a alguien, lloraré tan profundo que ellas lo sabrán.
Vendrán sin opiniones absurdas, sin consejos, sin compasión...
Simplemente vendrán.
Luna, Martes 3 de mayo 2005
Hay risas en el salón, pero no puedo ni quiero unirme a ellas.
Leo algún libro, escucho música...
Sé que estoy triste, lo noto en mis ojos, lo puedo sentir en el nudo que se forma en mi garganta, pero no voy a llorar, no pienso llorar.
A veces me gustaría estar sola para siempre, caminar sin rumbo para siempre y no hablar con nadie para siempre.
A veces el mundo se vuelve tan grande que el miedo viene a dormir conmigo y yo ya no lo quiero, ni siquiera él es buena compañía.
Susurro cosas a mi oído, hago muecas a mi rostro y sé que estoy triste, pero no voy a llorar, no quiero llorar.
Se me ocurre que la vida es de cada uno, se me ocurre que tiene que hacer frío allá afuera, está lloviendo.
Enciendo un cigarro y echo un vistazo al cenicero...
Sueño grandes motivaciones que ya no existen, imagino intensas conversaciones que solo tengo conmigo y me digo que no importa, que lo real tal vez no lo sea.
Ahora mi mundo es más amplio, ahora imagino y sueño sin preguntar si puedo hacerlo, ahora simplemente lo hago.
Las lágrimas ya están aquí, en las cuencas de mis ojos se empeñan en hacerme compañía y poco a poco descienden por mi rostro a pesar de mi disconformidad porque lo hagan.
Cuando ha pasado un rato, encuentro que las lágrimas son buena compañía en soledad, que te hacen sentir terriblemente bien, soberanamente vulnerable.
Me gusta, su compañía me gusta y creo que me la quedaré, si, creo que lo haré.
Siempre que necesite a alguien, lloraré tan profundo que ellas lo sabrán.
Vendrán sin opiniones absurdas, sin consejos, sin compasión...
Simplemente vendrán.
Luna, Martes 3 de mayo 2005
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