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Bitácora en la Ciudad.

Nada

Nada

     Me viene ahora el recuerdo de las noches en la calle de Aribau. Aque­llas noches que corrían como un río negro, bajo los puentes de los días, y en las que los olores estancados despedían un vaho de fantasmas.

     Me acuerdo de las primeras noches otoñales y de mis primeras inquie­tudes en la casa, avivadas con ellas. De las noches de invierno con sus húmedas melancolías: el crujido de una silla rompiendo el sueño y el escalofrío de los nervios al encontrar dos pequeños ojos luminosos - los gato del gato- clavados en los míos. En aquellas heladas horas hubo algunos momentos en que la vida rompió delante de mis ojos todos sus pudores y apareció desnuda, gritando intimidades tristes, que para mí eran sólo  espantosas. Intimidades que la mañana se encargaba de borrar, como si nunca hubieran existido... Más tarde vinieron las noches de verano. Dulces y espesas noches mediterráneas sobre Barcelona, con su decorado zumo de luna, con su húmedo olor de nereidas que peinasen cabellos de agua sobre las blancas espaldas, sobre la escamosa cola de oro. En alguna de esas noches calurosas, el hambre, la tristeza y la fuer­za de mi juventud me llevaron a un deliquio de sentimiento, a una necesidad física de ternura, ávida y polvorienta como la tierra quemada pre­sintiendo la tempestad.

C.Laforet.

3 comentarios

La Emperatriz -

Esa es una de las novelas que tengo pendientes desde hace tiempo... A ver si acabo los exámenes y puedo dedicar un poco más de tiempo a leer las cosas que yo elijo (y no la poesía del siglo XV ;)
Un beso.

Montse -

Me alegro que la leyeras en algún momento y te gustara.
Un beso.

sisifodichoso -

Ya sabes que yo no leo mucha novela y que suele aburrirme, pero "Nada" me atrapó totalmente. Es una obra maestra, sin duda.
Y el pasaje que citas es precioso.
Un abrazo